Chromatica, su nuevo trabajo, se sostiene sobre un concepto futurista y alienígena; el planeta homónimo, en el que los prejuicios y dogmas terrícolas no existen. Pero también aborda temas más profundos del universo personal de la artista
Si hay una artista en el panorama pop global que verdaderamente no tiene nada más que demostrar, esa es Lady Gaga. La multifacética cantante italoamericana arribó al mainstream con dos discazos que trajeron consigo una nueva era en el pop estadounidense, más influenciada por el EDM que se desarrollaba en los clubes de Europa que por el siempre reinante ámbito hip-hop. Su impacto fue tal que hasta los raperos y cantantes R&B se aliaron con DJs y productores electrónicos para crear una nueva ola de éxitos.
Posteriormente, y tras el fracaso de ARTPOP, de 2013 — un material criminalmente infravalorado, por cierto — Gaga, tan camaleónica en sonido como en imagen, decidió cambiar de rumbo. Cambió los bombazos bailables por grandes baladas, chispazos country, y un brillo de “autenticidad” en el sentido clásico, que terminó desembocando en un aclamado soundtrack y un muy merecido premio de la Academia. Pero para muchos de sus grandes fans, esta transformación se sentía forzada, y peor aún, la hacía sonar… Normal.
La buena noticia para estos fieles seguidores es que este año, Lady Gaga vuelve a enfocar sus miras hacia la pista de baile, hacia la exuberancia y el artificio. Chromatica, su nuevo trabajo, se sostiene sobre un concepto futurista y alienígena; el planeta homónimo, en el que los prejuicios y dogmas terrícolas no existen. Pero también aborda temas más profundos del universo personal de la artista, como el trauma de la pérdida, el acoso sexual, la dismorfia, y las crisis de salud mental que han sido por años su pan de cada día. No obstante, la gran virtud que esconde este álbum es, con mucha diferencia, su grandiosa producción musical.
Chromatica, con todo y su estética futurista y su carácter de disco pop, es antes que nada, un excelente revival de la música house, y es así como debe ser disfrutado. Gaga recluta a eruditos como los franceses Tchami y Madeon, y a integrantes de la mismísima Swedish House Mafia para crear una exploración de una amplia variedad de matices del house de distintas épocas. En temas como “Alice”, “Free Woman” y “Enigma”, Gaga se vuelve directamente hacia el house de los 90, aproximándose a él de una manera que recuerda mucho a lo que habría hecho su ídolo Madonna en la era de Erotica, pero con la ventaja que otorga la producción actual, mientras que otros números como “Plastic Doll” y el sencillo “Stupid Love” contienen trazas de techno y electro más cercanas a lo que sucedía en la primera década de este milenio.
Otra cosa que destaca en este material son sus colaboraciones, y esto es un argumento a favor y en contra del disco. Por un lado, las apariciones de Ariana Grande, BLACKPINK y Sir Elton John le quitan mucho protagonismo a Gaga, y los temas mismos tienen más el espíritu de singles sueltos que como parte del concepto general de Chromatica; pero del otro lado, los temas en sí mismos no solo funcionan como posibles hits, sino que también son de lo mejor que hemos escuchado de la artista en un buen rato.
“Rain On Me” su dueto con Ariana, es un exquisito tema de pop-house en el que, con la notoria mano del superproductor Max Martin moviendo los hilos, las cantantes nos entregan grandes ganchos que resultan particularmente infecciosos y nos recuerdan que Chromatica está hecho con el gran público en mente.
En “Sour Candy”, Gaga y Blackpink se hacen de un sample de la gran Maya Jane Coles y nos entregan un tema seductor, en el que el grupo de K-Pop se lleva la parte más grande del pastel. Pero el tema mejor logrado de los tres — y junto con “Enigma”, tal vez el mejor del disco completo — es “Sine From Above” en que Gaga y Sir Elton nos dan su propia teoría del origen de la vida, y a la vez, una carta de amor a la música misma, con un extraordinario respaldo musical, una mezcla entre el eurohouse de los 2000, y sintetizadores que nos remontan a Faithless. Y aún mejor, la coda del tema se sumerge completamente en el drum&bass.
Chromatica es un disco interesante en la carrera de Lady Gaga. Es cierto que aquí sus coros y ganchos no poseen la inmediatez de aquellos dos primeros trabajos tan llenos de hits, y en ese aspecto podemos decir que se queda corta. Pero es necesario mencionar que esta puede no ser la prioridad del álbum; mientras la artista nos otorga una mirada íntima a lo que sucede en su pequeño planeta, nos ha regalado una perspectiva musical muy llena de nostalgia.
Nos recuerda el gran valor que tiene la música dance como instrumento de escape, de liberación, y su enfoque en el house, un género diseñado por las comunidades afroamericana y LGBTQ cuyo propósito siempre fue el baile como energía liberadora, es una perfecta ilustración de este sentir. Hay un optimismo ahí que es contagioso, y se siente más intensamente en esta época tan marcada por la tragedia y el aislamiento. Chromatica genera muchísimas ganas de bailar de nuevo. Algún día, algún día será.