Atresmedia está decidida a exprimir al máximo la nostalgia: hace poco se estrenó ‘Física o Química: El Reencuentro’, en breve llegarán los regresos de ‘Los hombres de Paco’ y ‘Los Protegidos’, y ahora tenemos el reboot de ‘El Internado‘.
De momento en Amazon Prime y con visos a desembarcar luego en la plataforma de pago Atresplayer. Mientras Paz Padilla se pone de acuerdo con Vasile para que le deje rodar el reboot de ‘Mis adorables vecinos’, nos tenemos que conformar con la presencia de su hijo Alberto Amarilla en este ‘El Internado: Las Cumbres’ que es a la vez secuela y reboot: como regalo a los fans de la original, en el piloto hay un cameo de medio minuto de Yon González y Blanca Suárez, pero la secuela empieza y acaba ahí.
El resto es una historia totalmente nueva con la “difícil” tarea de estar a la altura de la original. Y me da la impresión de que la nostalgia ha convertido ‘El Internado’ en una serie mucho mejor de lo que fue: la mezcla de Harry Potter, ‘Lost’ y despelote en las duchas nos dio una serie muy adictiva, desde luego, pero también un poco cuadro. Hay que ver ‘Las Cumbres’ teniendo en cuenta eso.
La serie nos habla de un internado distinto, una época distinta y (a priori) una mitología distinta, presentándonos también muchos guiños y aspectos que permanecen: en el piloto tenemos una réplica del bromance de Marcos e Iván con eso de “te quiero tío, tómate muchas birras por mí” (en 2007 nos parecía tierno, en 2021 ese bromance suena más a no homo bro). Pero hay dos aspectos esenciales para que funcionase la original y que aquí fallan (y no, ninguno es aquel señor de Mail Boxes que entregaba sus paquetitos aunque estuviesen en cuarentena). Por un lado tenemos ese componente de misterio loco que en ‘Las Cumbres’ pasa bastante desapercibido a pesar de tener elementos tan buenos como el de las logias, y que podemos disculpar al ser la primera temporada.
Pero el principal está en sus personajes, con un guión que les carga de decisiones incongruentes y que abusa del “suelto información importante/traumática rápido y en un momento absurdo porque hay que decírselo al espectador”. De los dos protagonistas, Amaia (Asia Ortega) está relativamente bien perfilada pero Pol es intercambiable, y el problema no parece ser de Albert Salazar sino del material con el que tiene que jugar (la misma impresión da con Daniel Arias y Paula del Río). Todo tiene ese aroma impersonal que también deja el tema oficial de la serie (‘Corre’ de Natalia Lacunza).