‘Clamor’ es el segundo disco de Maria Arnal i Marcel Bagés, que llega cuatro años más tarde que el fundamental ’45 cerebros y 1 corazón’. Pero lejos de cualquier atisbo de continuismo, ‘Clamor’ es una muestra del universo rico y denso del dúo. Un disco hermoso y complejo que genera sensaciones y preguntas infinitas…
Aunque el tiempo de la entrevista no lo sea, lamentablemente. Pillo a Arnal i Bagés en mitad de la vorágine promocional de ‘Clamor’, saliendo de una televisión y camino de otra entrevista. Marcel bromea, está preocupado por su coche. «Se me ha pasado el tíquet», me explica, en referencia al aparcamiento de la zona azul. Y todos sabemos que, en Barcelona, el control de los tíquets de aparcamiento es implacable… El cansancio del dúo es palpable, pero aun así se muestran locuaces.
¿Cómo o de dónde surge el concepto de ‘Clamor’? Porque detrás de ’45 cerebros y 1 corazón’, el punto de partida fue la noticia sobre el descubrimiento de la fosa común de la Pedraja. Pero, ¿hay algún hecho concreto que disparara ‘Clamor’?
Maria Arnal: «En el caso de ’45 cerebros…’, el proceso fue muy diferente. Habíamos estado dos años y pico recopilando canciones que tocábamos en directo. Algunas sabíamos seguro que irían en el disco, otras eran las que teníamos que crear. Y sabíamos muy claro que el concepto era cómo nos relacionamos con la memoria, qué es la memoria, qué es la tradición, cómo se expande, cómo se explora, cómo se experimenta con ella. Trabajar con los archivos [de voz], pero no reproducir, no hacer arreglos «típicos». Era esta especie de caldo al que le hacía falta historias que lo juntaran. Y ’45 cerebros…’ era una muy buena historia para entrar en todas estas ideas, porque hablaba al final del silencio, del tabú y de una lucha social que no se había explicado. Y queríamos, de alguna manera, aprovechar y hablar de ella. Era una manera determinada de hacer memoria.
En este segundo disco es muy diferente. ¿Por qué? Porque se acabó la gira y se acabó el disco y tuvimos que inventarnos historias nuevas. Entonces, el punto de partida es más personal. Yo me encontraba en una situación de separación, de cambio de vida y de etapa muy grande, y me interesaba mucho, en aquel momento, trabajar sobre la idea de incertidumbre que hay en esos momentos de limbo que hay en la vida, en que todavía no estás renaciendo de una situación de pérdida, pero sientes que te tendrás que crear una nueva realidad. Y en este espacio intermedio, me parecía que había cosas… La intuición del disco era muy clara: que las historias del disco tenían que explicar el sentir que hay en este espacio de limbo. Pasa que en 2018 se para todo porque la gira es muy intensa, y no hay tiempo para parar ni para «pensar en», y se ha de aprovechar la visibilidad y la posibilidad de tocar en EEUU, Lima, diferentes sitios…»