“Y Me Sangran Las Manos”: un despertar para la imaginación de los lectores

Grupo Mediatres dialogó con la escritora Laura Roa para conocer más detalles acerca de su libro.

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Por Florencia Belén Mogno.

 

 

En un mundo dominado por imágenes y pantallas que parecen dictar el ritmo de las narrativas cotidianas, la literatura es un espacio propicio para la imaginación. Los relatos escritos tienen el poder de transportar a los lectores a mundos nuevos, o bien permitirles tener una perspectiva distinta sobre la propia realidad. Es en este contexto que surge “Y me sangran las manos”, un libro que desafía a detenerse, a leer, y a imaginar.

 

En ese aspecto, su autora, Laura Roa, dialogó con Grupo Mediatres para revelar más detalles acerca de este compilado de cuentos que presentan una narración única. El libro que se puede obtener en formato impreso y digital es de la Editorial Autores Argentinos y constituye una obra especial en múltiples sentidos.

 

La obra se define por relatos cosmopolitas aunque también con un importante arraigo en la cultura argentina. Con una “inspiración” en las canciones de Charly García, una narración con detalles entre líneas, “Y Me Sangran Las Manos” es para los lectores una ventana abierta hacia el despertar y el dejar volar a la imaginación. 

 

 

La aventura de la literatura 

 

En primer lugar, felicitaciones por el libro, y en relación al mismo, ¿cómo surgió la idea de hacer Y Me Sangran Las Manos y cómo describirías esta obra?

 

L.R: Yo siempre fui muy buena lectora, desde que era muy pequeña, y siempre me gustó la literatura. Así que, desde muy jovencita, comencé a participar en talleres literarios. Estos talleres estuvieron interrumpidos por las cosas de la vida, pero, en el último que hice, con Susana Torres Molina —que es una dramaturga muy importante de Argentina—, empecé a visualizar ciertas ideas de cuentos. Todavía no lo pensaba como un libro, pero ya había visualizado unas 10 o 12 ideas para cuentos cortos. Poco a poco fui desarrollándolos y, finalmente, los terminé. El entorno del taller literario y la influencia de Susana me ayudaron muchísimo, porque en los encuentros semanales que teníamos madurábamos ciertas ideas. Además, fue en ese taller donde realmente logré madurar el estilo con el que escribo. En los talleres anteriores me había enfocado mucho en desarrollar la capacidad creativa, pero no en forjar un estilo. En este último taller, finalmente encontré el matiz perfecto. Y este es un libro de relatos breves con historias simples,  pero extraordinarias inspiradas en la música y en las historias de una chica que vivió y vive en sintonía con las palabras. 

 

¿Cómo surgió la idea de llamar de esa forma al libro?

 

L.R: “Y me sangran las manos* es una frase de una canción de Charly García, de Sui Generis. El libro está inspirado en canciones de Charly García ¿Por qué lo pensé así? Primero, porque Charly forma parte de lo que podría llamar mi niñez, mi adolescencia y mi adultez. En cada etapa de mi vida tengo algún recuerdo en el que una canción de Charly me representó. Lo admiro muchísimo, pero no como una fanática que colecciona fotos y discos, sino porque realmente lo considero, junto con otros artistas argentinos, un ícono de mi cultura y de mi generación. 

Muchas de sus canciones también están vinculadas a aspectos específicos de mi vida. Así que lo pensé de esta manera: para mí no es un homenaje en el sentido estricto, porque eso sería demasiado, pero sí es un homenaje a mí misma, a ciertas experiencias de mi vida que se reflejan en sus canciones. 

Los textos fueron revisados para mayor claridad, coherencia y mejor organización de las ideas.

 

Y en cuanto al armado, ¿cómo fue el proceso de construcción de cada cuento y del libro en general?

 

L.R: En el taller fui madurando ideas que tenían que ver con lo fantástico, con aquello que rompe lo habitual, lo ordinario, y que se vuelve extraordinario, aunque sea algo muy pequeño. Esas ideas las uní con algunas frases de canciones de Charly. Los relatos no están basados exactamente en canciones completas, sino en frases puntuales que a mí me dispararon pequeñas historias que, con el tiempo, se volvieron más grandes. Y creo que la vida de un adulto argentino está atravesada por una cultura de la que no te podés despegar. No podés olvidarte de ciertas canciones que forman parte de tu historia, de lo que hiciste, de tus recuerdos. Son como himnos que relatan momentos de tu vida. 

 

Una de las consignas que atraviesan a realización de este libro tiene que ver con mantener la atención del lector, ¿cuál es tu mirada sobre este aspecto en consideración de la era actual en que hay un predominio de la inmediatez?

 

L.R: Aunque parezca mentira, estoy de acuerdo con que las cosas sean cortas, porque el tiempo en el que vivimos realmente exige que prestemos mucha atención a algo, pero el poco tiempo que tenemos no nos lo permite. Nuestra vida es muy diferente a la de antes. Cuando era adolescente, podía leer libros sin problemas de tiempo, y no era porque no estuviera ocupada, al contrario, tenía muchas actividades, pero aun así me parecía que el tiempo sobraba. Hoy en día no es así. Por otro lado, rechazo las cosas que están demasiado resueltas y masticadas. A veces uno ve películas o lee libros en los cuales el autor se esfuerza con mucho detalle, optimismo y fuerza en completar toda la idea, dejando al lector como un simple visitante de ese arte. A mí no me gusta eso. Cuando disfruto de algo artístico, me gusta involucrarme: pensar, completar la idea del autor, entender qué quiso decir, cómo lo quiso decir y por qué lo hizo. Por otra parte, la tecnología ha hecho que nuestra capacidad de atención disminuya. Yo, en particular, no soy de muchas palabras. De hecho, tiendo a ser más bien escueta cuando escribo, porque creo que, al decir cosas entre líneas, el lector termina de construir la historia. Cada lector es diferente, tenemos visiones únicas, y eso permite que cada uno complete la historia de una manera personal. Por eso decidí escribir un libro de cuentos breves, en los que dejo muchos detalles librados al lector, buscando crear una comunión entre el lector, el texto y yo, como autora. Me gusta que las cosas no estén del todo resueltas.

 

En cuanto a tu dinámica de trabajo, ¿cómo surge la inspiración en vos y de qué manera encaras el proceso de escritura? Y por otra parte, ¿cómo surgió tu vínculo con esta disciplina?

 

L.R Mi inspiración es permanente. Podría decirse que soy adicta a ver series y películas. Me encantan. Siempre busco la manera, a pesar de estar ocupada, de mirar cine, ver series o leer. Es una inspiración constante. Siempre hay algo que me sorprende, algo que despierta en mí esas ganas de escribir. Sobre todo con las películas o series que tienen una trama simple, pero a la vez profunda. También me gusta mucho la historia y escucho mucha música, que es otra gran fuente de inspiración. Y a la hora de escribir, para mí es fundamental estar conectada con estas cosas. Alguien podría decir que vivo en la luna, y puede que sea cierto. Siempre estoy pensando en historias o imaginando cómo un personaje podría actuar en diferentes situaciones. Cuando leo un buen libro o veo una buena película, pienso: "¿Y si este personaje pasara por esto o aquello?". Así que mi fuente de inspiración es todo lo que me gusta y disfruto en el día a día. A veces, un viaje también puede ser muy inspirador. He tenido la suerte de conocer lugares hermosos y personas maravillosas que también han sido una fuente de inspiración, ya sea a través de pequeñas anécdotas o escenas vividas. Todo eso forma parte de una constante fuente de ideas.  Y a pesar de que leo mucho, veo muchas películas y series, y hablo con muchas personas, también me preservo bastante. Para que mi fuente de inspiración sea constante, evito que se contamine con cosas que considero nocivas. Prefiero evitar esas influencias para mantenerme en un estado que me permita crear con claridad y tranquilidad.  Y mi vínculo [con la escritura] nació desde que era muy chica. Siempre escribí. En la escuela primaria escribía los discursos de fin de año y en la secundaria en la revista estudiantil y a los 13 fui a un talleres y ahí comencé a tratar de escribir cuentos y redacciones. 

 

Y Me Sangran Las Manos se puede adquirir tanto en formato papel como digital y este momento en sí es en realidad un relanzamiento del libro, ¿cuáles son tus expectativas y también tus planes para el futuro en relación al mismo?

 

L.R: La expectativa es poder difundir el libro de una manera más general. Cuando salió, llegó la pandemia, lo que dificultó mucho su difusión. Las expectativas que tengo están orientadas, sobre todo, a que, ya sean pocas o muchas las personas que lo lean, puedan llegar a conocerme y disfrutar de la forma en que cuento estas historias. A veces a uno le gusta estar con alguien porque le encanta cómo habla, cómo se expresa, o cómo ve el mundo. Algo así me gustaría lograr. Quisiera que las personas puedan entender y apreciar la manera en que yo veo el mundo.  Mi expectativa personal es también superar la barrera de escribir en casa para los míos, para las personas que me quieren, y comenzar a escribir para extraños, para personas que no conozco. Quiero aprender a pensar en esas personas desconocidas cuando escribo. Y, aunque uno no necesita la valoración de otros para seguir haciendo lo que le gusta, la escritura es diferente a la música. En la escritura, simplemente te gusta o no te gusta; no hay tantas variantes. O te gusta leerme o no te gusta leerme. Es ese miedo que todos los escritores sienten cuando están escribiendo algo, pero cuando el libro sale a la luz se supera; primero, porque no hay manera de saber exactamente a quién le gustó y a quién no. Las ventas tampoco te dan una respuesta clara. Tal vez alguien lo compró pero no le gustó, o simplemente nunca te lo dice. Ese miedo, que a veces puede ser un pánico, desaparece en el momento en que el libro está en la calle, porque ya no puedes controlarlo. Por eso pienso que, más allá de si a alguien le gustó o no, lo importante es que esa persona ahora me conoce: sabe de qué escribo, por qué escribo y cómo escribo. Si le gustó, tal vez considere leer mi próximo libro, y eso ya es una posibilidad que me motiva.  

 

Por último, ¿qué consideras que representa la escritura para vos? Y por otro lado, ¿de qué manera considerás que la escritura te ha permitido redescubrirte a vos misma como persona?

 

L.R: La escritura representa para mí una forma de vida paralela, por así decirlo. Uno tiene una vida en la cual realiza las cosas que debe hacer como esposa, madre, ciudadana, amiga, hermana e hija. Y, además, existe una vida íntima, alejada de todo eso, que se podría considerar paralela porque va a otro ritmo. En esa vida paralela, yo elegí ser escritora, contar cómo veo las cosas. La escritura ocupa un lugar súper especial en mi vida. La razón por la que pienso que el mundo es mejor es porque existen personas como yo que trabajan en el arte, personas que se dedican a crear ese mundo paralelo y a compartirlo con los demás. Es una parte fundamental de mi vida; aunque no siempre escriba, leo. Y cuando no leo, veo o escucho. No separo la música de la escritura, la pintura o la escultura. Para mí, todo eso es uno solo.  

Creo que un artista es completo porque un escritor no puede dejar de contemplar una buena pintura, escuchar buena música o ver una buena película. Y un director de cine no puede olvidarse de la buena literatura, de ver una buena pintura, etcétera. Todo eso forma parte de un conjunto que existe en otro plano, que no es la vida cotidiana, sino otro mundo donde las personas que no tienen esa sensibilidad no viven.  En ese mundo paralelo, los artistas creamos una forma de vida mejor que la vida rutinaria. Porque, en esa vida paralela, podemos generar situaciones que se disuelven. Ese mundo no es como el nuestro, en el cual, cuando algo se hace mal, no siempre se puede reparar.  

Esa vida paralela es una parte fundamental de mi vida. Cuando cierro los ojos, sé que recurro a ese mundo para resolver ciertas cosas y para poder visualizar cómo continuar. No es fácil vivir en este mundo en el que vivimos. No lo es en absoluto. El artista tiene un plus, algo que lo salva. Y otras personas, claro, tienen otros recursos para sobrevivir, pero nosotros, los artistas, tenemos ese maravilloso don de vivir en un mundo paralelo.

 

Fuente fotografías: entrevistada Laura Roa. 

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