Sergio De Cicco: innovación y neuroplasticidad en la rehabilitación visual

A través de su método basado en el PRL y de su labor en consultorio, el especialista argentino logró mejorar la calidad de vida de cientos de pacientes con patologías complejas y proyectar su trabajo a nivel global.

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Por Florencia Belén Mogno. 

En las últimas décadas, la salud visual se convirtió en un campo atravesado por cambios profundos, donde la investigación sobre neuroplasticidad y los desarrollos tecnológicos modificaron de raíz la manera de entender la rehabilitación ocular. 

El abordaje ya no se limita a la corrección de defectos refractivos tradicionales, sino que se amplía hacia la estimulación de zonas específicas de la retina y el uso de dispositivos ópticos avanzados que mejoran la calidad de vida de quienes conviven con afecciones de distinto grado de complejidad.

En ese marco, el óptico técnico y contactólogo Sergio De Cicco, referente argentino con amplia trayectoria clínica y reconocido internacionalmente por su trabajo en neuroplasticidad visual, habló con Grupo Mediatres sobre su método de abordaje integral, la importancia de la personalización en cada tratamiento y el rol de la divulgación como parte inseparable de su práctica profesional.

Una innovación por una mejor calidad de vida 

En relación a tu historia, perdiste un ojo a los 14 años y fabricaste tu propia prótesis ocular. ¿Cómo transformó esa experiencia tu manera de entender la salud visual y tu vocación como profesional?

 

S.D.C: Esa experiencia marcó mi vida para siempre. Perder un ojo a los 14 años fue durísimo, pero también fue el inicio de un camino que me llevó a desarrollar una empatía profunda con cada paciente que atraviesa una dificultad visual. La prótesis ocular que uso actualmente no la fabrico yo directamente, sino que confío en la mano de obra de Vicente Gamiddo, referente con más de 50 años de experiencia en el rubro, y en su hijo Héctor Gamiddo, colega, amigo y compañero de generación. Yo acompaño el proceso desde el lugar del usuario: con empatía, sentimiento y experiencia. Llevo casi 40 años usando prótesis ocular, y sé lo que significa mirarse al espejo todos los días. Por eso, no solo corrijo la visión, sino que acompaño desde lo humano, desde alguien que estuvo en ese lugar de miedo e incertidumbre.

 

En cuanto a tu trabajo, Óptica De Cicco tiene más de 50 años de historia. ¿Cómo fue el proceso de modernizar y expandir el trabajo familiar para convertirlo en un referente en casos complejos de baja visión?

 

S.D.C: Mi papá, mi mamá y mi hermana fueron quienes iniciaron todo, con una ética de trabajo impecable. Yo crecí entre armazones, cristales  y clientes en el mostrador de la primer óptica de mi papá, siendo muy pequeño, (cuatro años de vida ). Con los años sentí que podía aportar algo nuevo: abrir el campo de la rehabilitación visual en casos complejos, algo que en Argentina estaba poco desarrollado. Aposté fuerte, traje nuevas tecnologías, me capacité en el exterior y sumé métodos que hoy están ayudando a personas que antes no tenían opciones. Lo más lindo es que esa modernización no rompió con la tradición, la potenció. El apellido De Cicco siguió creciendo, pero con una misión aún más profunda: mejorar calidad de vida.

 

Sos reconocido por tu enfoque en neuroplasticidad visual y el uso del método PRL. ¿Podrías explicar en qué consiste y por qué es clave para la rehabilitación de tus pacientes?

 

S.D.C: El PRL (Punto de Retinación Preferencial) es una zona alternativa de la retina que el cerebro puede aprender a usar cuando la mácula está dañada. A través de pruebas específicas detectamos ese punto y lo entrenamos con prismas, filtros terapéuticos y estimulación personalizada. Todo esto se basa en la neuroplasticidad visual, es decir, la capacidad del cerebro de reorganizarse para adaptarse. No es magia, es ciencia aplicada con paciencia. Y los resultados son emocionantes: pacientes que vuelven a leer, caminar seguros o reconocer caras, cuando creían que ya no podían.

 

Atendés patologías complejas como retinosis pigmentaria, Stargardt o hemianopsias. ¿Cuál fue el caso más desafiante de tu carrera y qué aprendizaje te dejó?

 

S.D.C: Cada caso me deja algo, pero si tengo que elegir uno, pienso en Marcelo, de Córdoba capital. Es un paciente con retinosis pigmentaria muy avanzada (su testimonio está en mis redes, y es muy emotivo escucharlo). Llegó sin expectativas, con la idea de que “ya nada podía hacerse”. Con el método que desarrollamos, logramos que recupere funcionalidad visual en el acto, y se largó a llorar. Yo también. Ese día confirmé que no hay que subestimar nunca al cerebro humano. Y que la esperanza, cuando se combina con ciencia, puede dar resultados sorprendentes.

 

Sos representante oficial en Argentina de sistemas de terapia dicóptica como Dicopt Home y Pro. ¿Cómo impactan estas herramientas en la recuperación de pacientes con problemas visuales?

 

S.D.C: La terapia dicóptica trabaja el cerebro, no solo el ojo. En casos como la ambliopía (ojo vago), lo que hacemos es presentar imágenes distintas a cada ojo a través de realidad virtual, para estimular la fusión y la respuesta visual. Estos sistemas permiten que el paciente entrene desde su casa, de forma entretenida pero con respaldo clínico profesional. Los resultados que estamos viendo son muy alentadores. Y me llena de orgullo haber traído esta tecnología al país, y ponerla al alcance de quienes realmente la necesitan.

 

En lo que refiere a la masividad de tu trabajo, ¿cómo encontraste el equilibrio entre comunicar en un lenguaje accesible y mantener el rigor científico?

 

S.D.C: Fue un desafío. Pero entendí que si no comunicamos lo que hacemos, la gente no accede a soluciones que pueden cambiarle la vida. Uso un lenguaje claro, con ejemplos reales y emoción, pero sin perder el respeto por la ciencia. Mis redes están llenas de testimonios verdaderos, con pacientes reales. Eso genera confianza. No vendo milagros ni promesas vacías. Muestro procesos clínicos, con evidencia y profesionalismo, pero de forma cercana y humana.

 

Tenés más de 40 certificaciones nacionales e internacionales y recientemente obtuviste la certificación de lentes esclerales en Brasil. ¿Por qué es tan importante para vos seguir capacitándote y cómo influye eso en la calidad de atención que brindás?

 

S.D.C: Soy muy inquieto, y nunca me creí “el que ya sabe todo”. Me formo de manera constante porque la visión es un campo que no para de evolucionar. Si quiero ofrecer lo mejor, tengo que estar al día. Cada curso, cada congreso, cada certificación me permite ver más posibilidades donde otros ven un límite. Eso se traduce directamente en mejores soluciones para mis pacientes. No lo hago para colgar diplomas, lo hago para transformar vidas con lo que aprendo.

 

Por último, muchos pacientes expresan emoción al recuperar funciones visuales esenciales. ¿Qué representa para vos, a nivel personal, ver esos resultados y qué lugar ocupa la empatía en tu práctica clínica?

 

S.D.C: Para mí es todo. Ver a alguien que entra triste y se va con una sonrisa diciendo “ahora soy yo otra vez” no tiene precio. Yo sé lo que es perder visión, lo viví en carne propia. Y por eso no puedo mirar a un paciente solo como un caso clínico. Lo veo como un ser humano atravesando un duelo visual, y trato de acompañarlo desde ese lugar. La empatía no se aprende en los libros, se construye con experiencia de vida. Y creo que ese es el diferencial más fuerte que tengo. 

 

Fuente fotografías: Sergio De Cicco. 

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